Por largos años hemos conocido a Sandro Figueroa Hernández, en sus inicios como jugador, ex seleccionado Nacional y desde hace varios años como un querido y respetado director técnico de variados clubes, colegios, selecciones regionales y de instituciones de educación superior. Hoy invitamos a conocer un poco de su historia ligada al deporte y su familia.
El básquetbol lo ha acompañado desde su infancia y fue a través de él que un verano en Penco conoció a su compañera y esposa Paola, con quien por más de 25 años han construido su familia junto a su hijo mayor Sebastián, Ellen y Renato. Como todo en la vida se hereda también ha sido una pasión que compartió con su padre, quien le entregó y enseñó a amar este deporte, lo que le ha permitido cultivar la unión familiar en los “ Figueroa Parra”.
Si hay algo que ha facilitado seguir por siempre ligado al deporte, ha sido contar con la gran comprensión de su esposa y nos cuenta: “ Ella también jugó básquetbol por lo que comprende bastante bien como es esto y agradezco su apoyo incondicional ya que no es fácil para una mujer, que su pareja viaje semana por medio, más aun cuando éramos muy jóvenes y ahora nuevamente como parte de un cuerpo técnico, seguir por años en esa dinámica no es cómodo para una pareja, pero gracias a Dios siempre se involucra y comprende.”
Respecto a sus hijos nos relató lo siguiente: “ Desde la infancia les inculcamos el deporte y cuando llegó la edad puntual de elegir su disciplina traté de fortalecerlos, primero con el mini básquet, en el caso de Ellen las primeras veces que trabajamos juntos como entrenador – jugadora, fue en comunales y posteriormente en dos Juegos de la Araucanía, ahora acá en la UDEC soy asistente, por lo que las decisiones no están en mis manos y eso de alguna forma es mas cómodo ya que la decisión última la toma su DT. Este equipo en general es muy parejo y cada una se ha ganado su lugar y mi hija no es la excepción, ya que está claro su aptitud en el deporte.
A mi hijo mayor Sebastián, casi no me tocó dirigirlo, él es muy independiente, producto de tanto viajar por el deporte, ahora estudia y juega en un equipo del sur, creo que ahí tendrá mayor oportunidades para demostrar su talento”.
El pequeño Renato de 11 años es el menor de la familia y ha optado por el fútbol, “en casa siempre ha estado rodeado de balones de básquetbol, pero en el vecindario tiene muchos amigos peloteros al igual que en el colegio. Hace poco me comento que estaba un poco aburrido del fútbol y por ahí puede entusiasmarse con seguir con la tradición familiar.”
Ellen su única hija mujer tiene 24 años, cursa tercer año de Educación Diferencial en UDEC, con quien hoy comparten equipo, nos cuenta que desde niña prefería jugar a las Barbie y nos confiesa, “Como a los 10 años me interesé por el básquetbol porque siempre tuve facilidad para el deporte, luego mi abuelita materna “María Luisa”, me inculcó que podría acceder a becas deportivas, por eso entrené duro y lo conseguí, ya que tengo una beca 100% acá en la UDEC, hoy mi foco es terminar mi carrera.”
Respecto a su familia opina: “el básquet nos ha unido mucho, me considero muy apegada sobre todo a mi hermano mayor Sebastián, ahora él está en Castro jugando por un equipo y lo extraño demasiado, nos hemos criado muy apegados y nuestra relación es cercana , somos muy aclanados de hecho sobre todo cuando éramos niños el jugaba un partido e íbamos todos y lo mismo ocurría conmigo , siempre apoyados con tremenda barra familiar.
Entrenar con mi padre no fue fácil cuando niña, porque tengo un carácter fuerte y no me gusta que me digan lo que haga, porque soy algo rebelde, igual como DT siempre me ha exigido el doble, como padre y además como entrenador, entonces fue complicado, cuando niña me sentía muy criticada, pero ahora entiendo que todo fue para que yo lograra superarme , pero en su momento, no fue siempre así.
Me siento muy apoyada y orgullosa de mi familia, especialmente admiro mucho de mi madre y padre que han sido muy esforzados, ambos trabajan codo a codo por nosotros, lo único que quiero es sacar mi titulo y darles esa alegría. Con mis hermanos somos muy hermanables, extraño a morir a Sebastián y agradezco que nos hayan criado tan unidos ¡pasamos pendientes uno del otro!”.
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