domingo, 29 de junio de 2008

SUDAMERICANO PTO.MONTT 2008LO QUE SE PUEDE ESPERAR DE CHILE EN PUERTO MONTT


Luego de haber visto dos partidos, y haber sabido de una abultadísima derrota en sus duelos preparatorios, la Roja que adiestra Daniel Allende llega al Sudamericano en el que hace de local con un fondo de juego definido, pero con una alarmante carencia de alternativas para convertir.
La perogrullada dirá que Chile no es mejor en el baloncesto sudamericano tras el triunfo en la Copa Carranza porteña, ni peor con la paliza sufrida en la austral Punta Arenas ante Argentina.
Lo cierto es que luego de ver el desempeño de la Roja en su recta final de preparación al Sudamericano de Puerto Montt, con dos inesperados triunfos en Valparaíso, queda una sensación agradable.
Aunque luego, al leer las crónicas que llegan desde Magallanes, ese sabor se hace amargo. No porque se pierda con Argentina –de hecho, cualquier otro resultado sería como para que los integrantes del seleccionado se retiraran de la práctica activa del baloncesto una vez concretada tal hazaña-, sino por lo abultada de la diferencia, que habla de un rival que pasó la aplanadora inclementemente ante un rival que no tuvo con qué contrarrestar ese poderío. Y eso es lo malo de los triunfos de Valparaíso: porque uno, por conciente que esté del poderío de los rivales, que están varios peldaños mejor que Chile, de pronto vio actuaciones en las que los cesteros nacionales se hicieron maña para llevar a esos gigantes a un terreno donde le pueden hacer partido, y eso de algún modo, aunque sea inconcientemente, ilusiona.
Lo cierto es que, a días del inicio, hay alunas cosas que están bastante claras. Una de ellas, es que Chile sabe a qué juega. Daniel Allende parece haber logrado internalizar algunos aspectos fundamentales. En defensa, se juega con intensidad y fuerza. Casi siempre, marcando individualmente. Lo único malo, es que de tanto raspar al rival se suman muchas faltas, y se incurre peligrosamente en la tendencia a pegar más que intentar mover los pies. Pero se hace el esfuerzo en defender el tablero propio.
En ataque, está claro a lo que apuesta Allende. Sus hombres en cancha deben intentar mantener el dominio del ritmo de juego. Se buscan ofensivas largas, de control. Esto es obvio, ya que si Chile se mete en el tempo acelerado, contra Colombia, el rival más directo, o Venezuela e incluso Brasil, la Roja puede pasarla pésimo.
En resumen, la cartilla la tienen clara los chicos de Allende cuando entrar a la cancha. De hecho, por eso no es de extrañarse que en estos amistosos previos los cinco iniciales del “Trompo” no hayan sido idénticos.
Las dudas pasan por el caos que se genera a ratos. Primero, cuando el rival presiona. Pasó contra Uruguay en Valparaíso y las crónicas reportan algo similar ante Argentina. Al quinteto nacional le cuesta poco verse entrampado cuando se le apura.
Lo otro es que, viendo la plantilla y revisando las estadísticas, queda claro que en Chile hay básicamente dos “goleadores”, Patricio Briones y Evandro Arteaga. Pocos, muy pocos. Y todos tendrán cuidado con Briones y a Arteaga basta un defensor algo más alto (lo que, en este caso, no es mucho decir, por desgracia para los aficionados locales) para que se le complique muchísimo encontrar espacio para armar un buen tiro.
Lo de Arteaga se resolvería con algunas pantallas. A diferencia de lo que muchos dicen o creen, Chile intenta poner cortinas. El problema es que los defensores rivales “sacan” a los que intentan poner los bloqueos para que salga el tirador, quien nunca sale con ventaja relativa que le permita gatillar con cierta libertad. Y no es que hagan los picks mal. Simplemente, el rival también juega, y ellos se encargan de complicar esa faena.
Por último, la tendencia de Pato Briones a alejarse del aro no es nueva. Sin embargo, a nivel de selecciones sudamericanas, cuando la recibe a seis metros del cesto rival, el capitán debe batallar mucho más, “rasparse” mucho más, forcejear mucho más cuando intenta ir hacia el vidrio con drible, llegar mucho más desgastado a intentar finiquitar.
Acá vale hacer otro alcance. Cuando Briones asiste a su acompañante bajo el cesto, en general no siempre esos pases terminan en gol. No vamos a descubrir ahora las capacidades anotadoras (más bien la carencia) del resto de los internos nacionales. Sin embargo, es necesario que en Puerto Montt esos pases de Briones queden anotados en las estadísticas como asistencias. Será clave para el éxito de Chile en el Sudamericano, debido a que el porcentaje de tiros de cancha de los rojos va a andar en el orden del 40 por ciento y, a partir de ello, es que esos tiros de “alto porcentaje” efectivamente lo sean.
Por último, es de esperarse que los cinco amistosos jugados en la semana previa al torneo no redunden en un desgaste adicional contra el que haya que batallar durante el Sudamericano. Briones, que es el que más minutos promedia y el que más recibe la marca rival, deberá ser bien preservado, para que llegue con resto a los que, en el papel, son los duelos clave en Puerto Montt.
Chile puede dar una sorpresa, como lo hizo en Valparaíso. Pero también puede sufrir, porque por mucho que las victorias asomen ante rivales de fuste, Argentina, Uruguay, Brasil y Venezuela están por sobre Chile. Hace rato que se dice que se puede vencer a celestes o vinotintos. Pero eso no es sencillo. Al contrario. Sería, más bien, no sólo histórico, sino también medio épico.
Chile sabe a lo que juega. Ahora resta encontrar la regularidad necesaria para que ese libreto que sabe y manejan los dirigidos de Allende lo lleven adelante como si se tratara de una obra de teatro que conocen tan perfectamente que es imposible equivocarse en un verso. Pero esto es un juego, con imprevistos y todas esas características que lo hacen imprevisible. Es de esperar que, en esta ocasión, los actores de las camisetas coloradas sólo sepan de buenas jornadas y no de malas noches.
Por Pablo Vargas Zec

Para Solobasquet

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