La basquetbolista ya es figura en la poderosa liga turca. Su paso por la pequeña ciudad de Ceyhan se suma a un largo camino, que partió cuando era una niña.
Ziomara Morrison jugó ayer el sexto partido del Ceyhan Belediyespor, por la liga turca. Fue un apretado 61-60 sobre Ankara, donde jugó 22 minutos y aportó nueve puntos. De esta manera, el equipo de la chilena quedó primero de la tabla, a la espera de lo que hagan hoy Keyseri y Galatasaray.
La pivote chilena está disputando uno de los torneos más competitivos del mundo y está destacando. Esta semana fue galardonada como la jugadora más valiosa de la quinta fecha, por sus 32 puntos. Además, está entre las tres mejores anotadoras del certamen, con 19 puntos por juego.
A los 24 años, la seleccionada chilena podría estar comenzando su carrera, pero su historia es muy diferente. Se fue a los 15 años a Italia, donde ni siquiera podía jugar en la liga, por ser menor de edad. Luego jugó en los clubes Sedis, Aros, Burgos y Rivas Ecópolis, además de defender a San Antonio Silver Stars, de la WNBA, el año pasado.
Ahora, en Turquía, los pasos de la santiaguina se pasean por Ceydan, una ciudad de 100 mil habitantes al sur de Turquía, cerca de la frontera con Siria y el mar Mediterráneo. De su nueva vida, la hija del ex basquetbolista Rodolfo Morrison asegura que le sorprenden "la cultura, las tradiciones. Desde que estoy aquí, me ha tocado ver algunas fiestas religiosas y es increíble cómo todo se paraliza. Es verdad que no estoy en una gran ciudad, pero es interesante ver cómo gran parte de la población participa".
Ceydan tiene un perfil de urbe de Medio Oriente, más que las ciudades "europeas" de la parte occidental del país. "Yo diría que es más asiática, por las construcciones, las casas y las mezquitas, que están por todos lados", relata la chilena.
Con pasos por países latinos de Europa y por Estados Unidos, el cambio ha sido fuerte, pero Morrison asegura que la adaptación no ha sido complicada. "Creo que tiene que ver mucho por el básquetbol y la gente que lo rodea. Yo más bien interactúo todo el día con mis compañeras estadounidenses. No he tenido que adaptarme en un ambiente donde sólo yo soy la extranjera, como me ha pasado antes, y eso ayuda mucho", señala la jugadora.
Otra cosa que llama su atención es lo fanático que es el hincha. "Aunque no son muchos, hacen mucho ruido. Me recuerda a las barras de fútbol, que están todo el partido cantando y gritando. Eso no lo he visto en muchos lugares".
SOLA, PERO COMUNICADA
Cuando partió a Italia, Ziomara Morrison se hospedó con familias de acogida; después, se acostumbró a vivir sola. En Texas la acompañaba su hermana, pero en Turquía ha vuelto a vivir sin compañía, aunque habla todos los días con su familia por WhatsApp. El resto de la convivencia es fácil, hablando inglés.
"Se hace complicado comer, cuando quiero algo específico, pero en general todo es muy sabroso, me encanta la comida local. Aunque de a poco aprendo algunas palabras, hablo en inglés, lo mismo que con mis compañeras", relata.
Del largo camino de su carrera, la basquetbolista dice que no extraña "ninguna ciudad en particular. Intento disfrutar al máximo donde estoy. Pero si tuviera que elegir una, sin duda diría Madrid".
Por Diego Hermosilla
Diario La Tercera
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