sábado, 26 de octubre de 2013

LIGA MOVISTAR: A LA MISMA ALTURA DE LOS PADRES

Cinco hijos de extranjeros que vinieron un día a Chile a buscar suerte juegan en la Liga Nacional. Aunque algunas de sus historias son muy diferentes, varias se entrelazan.

La historia de Ziomara Morrison, la mejor basquetbolista de Chile, hija de un panameño que vino a jugar la Dimayor en los años 80 y 90, tiene un espejo en los varones. Y no sólo uno, sino cinco, al menos, entre los que están jugando la Liga Movistar. Se trata de Darrol Jones, Ignacio Carrión, Marquis y Darnell Johnson y Julius Holt.

Unidos en Los Leones

Darrol Jones Navarrete, de Los Leones, hijo de Terry Jones, estadounidense que llegó a Chile en 1985, defendió a 11 equipos, pero terminó preso por drogas y delincuencia. Darrol vivió un año con él, pero hace unos 10 que perdió el contacto. “Me han dicho que corro parecido a él, pero aparte de eso, no es mucho lo que he escuchado”, relata.

Con 1,92 metros y 19 años, Darrol es “uno de los jóvenes con mayor proyección”, de acuerdo con su técnico, Claudio Jorquera.

Además de varios clubes de la región y Ancud, estuvo en dos sudamericanos de menores e hizo la gira de la “Roja” adulta a Estados Unidos en 2012. “Cuando chico no era alto, pero en un momento pegué el estirón y empecé a coordinar mejor. Antes jugaba fútbol, pero no mucho”, comenta Jones.

Curiosamente, fue su madre, Ana María Navarrete, quien apoyó más su carrera: “Ella me motivó, fue seleccionada chilena”.

Su compañero de equipo Ignacio Carrión no debe insistir mucho para convencer a cualquiera de que es hijo de Willy Wittemberg, un estadounidense que no lo reconoció. “Físicamente, nos parecemos, pero sobre jugar parecido, nunca me han comentado nada”, dice el pivote o alero, de 20 años y con estudios de kinesiología congelados por problemas económicos.

Con 2,01 metros, Guillermo Vecchio, ex técnico de Chile, lo llevó a una gira por Estados Unidos, pero ese proceso se acabó. “Siempre fui alto. Siempre tomé el taller de básquetbol. También hacía artes marciales, pero me decidí. Mi mamá decía que sólo entrenar iba a dar frutos”.

Carrión asegura que “me gustaría pegar ese salto afuera, porque en Chile es difícil vivir del básquet, pero también sé que tengo que tener algo bajo la manga. Una lesión y todo se acaba”.


Los hermanos Johnson

Juegan en Ancud y son hijos de Carlton Johnson, quien en los 80 jugó por Malta Morenita, Ancud y Llanquihue.

Marquis Johnson Silva, de 27 años, mide 1,80 y es alero o ayuda base. Asegura que su juego no se parece al de su progenitor, esencialmente porque el deporte ha cambiado mucho. “El era alero, pero totalmente diferente, me encuentro más defensivo, es que en su época era echarle para adelante nomás”, asegura el mayor de los Johnson, quien estuvo en un par de selecciones menores.

Sus dos padres jugaban básquetbol, pero él practicaba fútbol cuando niño. Incluso, había interés de equipos profesionales para que se fuera a sus cadetes, como delantero. “Un día tomé la decisión. Fui libre, en mi casa siempre me dijeron que me dejaban hacer lo que quisiera”, comenta.

Una vez decidido, la relación con el papá se hizo más cercana, pues también lo tuvo como profesor y entrenador en varios equipos.

“Una vez tuvimos una fuerte discusión en la cancha que terminamos en la casa, pero mi mamá nos dijo que eso se quedaba en la cancha, que en la casa no se habla de básquetbol. Y ahí terminó”, recuerda.

Su hermano Darnell tiene 22 años, mide 1,87, es alero, pero ha tenido menos minutos en la LNB. Curiosamente, no se refleja en su padre, sino en Marquis. Comprensible: “Mi hermano es mi ídolo, de mi papá he visto videos, me dicen que era bueno, pero yo nunca lo vi. Gente en la calle me habla de él y eso es bonito igual”.

Darnell tiene un juego más parecido al de Carlton Johnson. “Mi papá dice eso, mi hermano es más lanzador y yo, en los contraataques, puedo aparecer”, dice el ex jugador de ULA, Castro y Ancud.

También se diferencia de su hermano por haber sabido desde siempre que sería basquetbolista. “Empecé a entrenar desde los seis años, nunca me interesó nada más. Igual que a Marquis, me dejaron decidir libremente”.

Carlton Johnson, de 56 años y oriundo del Bronx, hoy enseña básquetbol en la escuela Domingo Santa María de Puerto Montt.


El hijo de George Holt

Julius Holt Martin juega por Castro. Su papá, George Holt, es recordado en el sur: especialmente en Malta Morenita.

Con 28 años, juega de dos o tres. Estuvo en la tierra de su padre para jugar por una High School. Allí recibió varios premios y al regresar recaló en Universidad de Concepción. Después de dos años lejos de las canchas, “aburrido del básquetbol”, defendió a Castro, Ancud, Osorno, Everton y Boston College. También se puso la “Roja” en series menores.

El propio Julius cuenta que “Pablo Coro, que jugó con mi papá y conmigo, dice que tengo tres movimientos exactos a él”. Y sobre el momento en que se decidió por el baloncesto: “La verdad es que crecí recién cuando volví de Estados Unidos”.

En Nueva York vivía con su papá, pero después sus padres se divorciaron y perdió el contacto. Tras la separación, su “padrino” fue justamente Carlton Johnson.

Julius asegura que “el apellido es una mochila que uno va a cargar siempre, pero no es un peso. Estoy orgulloso del legado que dejó”.

Diario La Tercera
por Diego Hermosilla P.

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